IMPARABLE: La inflación de septiembre vuelve a castigar el bolsillo de los argentinos

IMPARABLE: La inflación de septiembre vuelve a castigar el bolsillo de los argentinos

Los resultados de las medidas económicas del gobierno no favorecen al candidato oficialista en su doble rol de ministro de economía que irremediablemente va de fracaso en fracaso

En septiembre, la economía de nuestro país sufrió otro golpe devastador, con una tasa de inflación mensual que alcanzó un 12.7%. Este aumento en los precios se debe en gran parte al arrastre estadístico de la aceleración de precios que se produjo en agosto, después de la recalibración del tipo de cambio oficial. En este contexto, la gestión económica del gobierno merece una crítica severa.

La inflación galopante es un problema que afecta a todos los ciudadanos. Los precios de los alimentos, la vivienda y otros bienes esenciales están fuera de control, lo que pone una presión insostenible sobre las familias trabajadoras. La gente está luchando para llegar a fin de mes, mientras el gobierno parece estar desconectado de la realidad económica que enfrentamos.

La recalibración del tipo de cambio oficial, ejecutada como primer medida de gobierno luego de las PASO, se muestra aparentemente como una respuesta de obediencia a las exigencias del FMI y no pensando en la economía de las familias argentinas. Presentada como medida para aliviar la presión en el mercado de cambios que estaba atrasado, y para sincerar la economía en un intento de detener su crisis, ha demostrado ser un fracaso. En lugar de contener la inflación, esta medida ha contribuido a un aumento en los precios de bienes y ha erosionado el poder adquisitivo de la población. ¿Dónde están los beneficios prometidos?

El gobierno ha demostrado una falta de responsabilidad en su manejo de la economía. En lugar de abordar seriamente el problema de la inflación, parece más preocupado por mantener una retórica política vacía y justificar sus decisiones económicas desacertadas en medio de la campaña presidencial que lleva como candidato a un ministro de economía que no puede mostrar ningún logro en los últimos 13 meses de su gestión. Hay que protegerlo porque es su única opción electoral, hay que retorcer los anuncios y las medidas para que se presenten como exitosas, hay que acusar a los medios y la oposición de generar inquietud, todo vale en campaña. Mientras tanto, la población sufre las consecuencias.

Es esencial que el gobierno reevalúe sus políticas económicas y tome medidas concretas para frenar la inflación descontrolada, pero no parece dispuesto a hacerlo porque es inminente el fin de su mandato. La falta de transparencia y comunicación en torno a las decisiones económicas solo aumenta la desconfianza en las instituciones gubernamentales.

La gente merece respuestas y soluciones reales para afrontar la creciente crisis económica. No podemos permitir que la inacción y la incompetencia del gobierno nos arrastren aún más hacia la espiral de la inflación mientras financian su campaña con beneficios que otorga el gobierno, haciendo gala obscena de asistencialismo, e impactando impunemente contra los principios de igualdad que debería regir en democracia, y que hace que los otros candidatos queden fuera de escala y proporción al no contar con la billetera estatal para ofrecer planes, colchones, alivios fiscales y dádivas, canales oficiales para su difusión, todas herramientas usadas por el ministro de economía en su rol de candidato.

¿Nadie pensó que debería haber pedido licencia para hacer su campaña?

Es hora de que se rindan cuentas y tomen medidas concretas para estabilizar la economía y aliviar el sufrimiento de la población. Lamentablemente no lo hará este gobierno, ya a la deriva y en espera de resultados electorales.

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