Nos corren por izquierda: la agenda progresista que adoctrina a nuestros niños en Alta Gracia
En Alta Gracia se ha vivido en los últimos días un hecho de adoctrinamiento en las escuelas con el oscuro objetivo de imponer a nuestros niños una opinión política. Una creencia. Una ideología. No una posición objetiva sobre los hechos que relata sino un adoctrinamiento burdo.
El Programa “Conocé lo Tuyo”, dirigido a niños y niñas de tercer o cuarto grado de todas las escuelas de la ciudad, tiene como objetivo que conozcan la Historia de Alta Gracia a partir del recorrido de nuestros museos. Este programa, iniciativa de la Dirección de Educación junto a la Dirección de Turismo y Cultura de la Municipalidad de Alta Gracia, se realiza desde el año 2008.
Bajo la dirección de Rodrigo Martínez, Subsecretario de Educación del Gobierno Municipal, miembro del partido socialista local.
El adoctrinamiento es la práctica de imponer una doctrina a un grupo de sujetos con el fin de modificar sus ideas y creencias. La RAE define así doctrina: «f. Conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etc., sustentadas por una persona o grupo».
Imaginemos que en el episodio de las guerras de Medio Oriente, en lugar de informar sobre fuerzas en conflicto, fechas y lugares afectados, la educación impartida a nuestros niños en plena formación se dedique a tomar parte y demonizar a un país o una religión.
Esto ha sucedido. Acá, en nuestra ciudad; en nuestras escuelas. Lo han practicado impunemente con nuestros hijos, sobrinos y nietos, a una edad donde por maduración aún son incapaces de discernir o formar una opinión política.
La figura del Che Guevara otorga beneficios económicos a la municipalidad y a algunos privados, por medio de la promoción de una propiedad (que aún se pone en duda sobre la legitimidad de la misma) donde un infante Ernesto Guevara pasó un tiempo, que deriva en cosas como «la semana del Che» por la que se promociona turísticamente a la ciudad a través de una figura cuestionable.
De ningún modo podemos juzgar al niño, pero definitivamente el Che no es conocido por su niñez, sino por su actuar político de adulto.
Y es una figura que, si bien sirve a las arcas municipales con la romantización de sus actos, estuvo relacionado con la medicina, dedicado a salvar vidas, hasta que descubrió que eliminarlas le era más redituable.
El Che no fue un revolucionario, fue un guerrillero. Apátrida además, porque formó el brazo armado contra poderes políticos fuera de su país. No lo motivó un patriotismo argentino, sino valores que no podemos confirmar, pero que podemos leer e interpretar a través de las crónicas de sus actos. Condenó y asesinó a personas por no coincidir con sus ideas políticas y religiosas y por sus elecciones sexuales. Fue el sicario de una «revolución» que solo buscaba hacerse del poder a cualquier costo, y convertirse en una dictadura familiar con consecuencias nefastas para un país que ni siquiera le era propio.
Una vez descartado por sus circunstanciales amigos de Cuba, no volvió a «su» país, sino que siguió ejerciendo la violencia y satisfaciendo su apetito asesino por medio de distintos movimientos de guerrillas, hasta que terminó su camino del mismo modo que lo transitó: ejecutado por quienes pensaban distinto que él. ¿Es una figura histórica? Probablemente. Pero sus fines y sus métodos no fueron correctos, o cuando menos, requieren de una madurez intelectual y pensamiento propio para discernirlo con libertad.
El programa «Conocé lo Tuyo» ha avasallado la libertad de nuestros niños al imponer una mirada ideológica disfrazada de educación, y lo hace a una edad donde aún no pueden evaluarlo. Es un abuso en el que han sido cómplices la municipalidad y sus funcionarios, así como también los agentes de la educación que deberían velar por la objetividad y calidad de contenidos que les inculcamos a nuestros más preciosos tesoros.
Como padres tenemos no solo la responsabilidad sino el deber de preservar a nuestros hijos de las acciones inescrupulosas de quienes quieren abusar de su poder y posición para influir sobre ellos con oscuras intenciones. ¿Quién controla la educación que reciben? ¿El fin justifica los medios?