Entre audios prometidos, jueces cuestionados y un bozal global: el caso Karina Milei que cruzó fronteras

Un periodista uruguayo generó expectativa con la difusión de grabaciones de Karina Milei, pero terminó reculando. Sin embargo, parte del material salió al aire: audios que hablan de sobornos en la compra de medicamentos, con menciones directas a la hermana del Presidente.

El martes amaneció con una promesa. Eduardo Preve, periodista uruguayo de larga trayectoria, anunció que su programa en la radio M24 difundiría los audios prohibidos de Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia. No era un anuncio menor: un fallo de la Justicia argentina había ordenado suspender la circulación de esas grabaciones, que alimentaban las sospechas sobre presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad.

En redes, la expectativa se multiplicó. “Mañana te vamos a pasar los últimos audios en La Tapadita”, escribió Preve, y miles de argentinos se volcaron al streaming uruguayo. La bomba prometida nunca estalló, pero parte del material sí fue difundido en su columna.

Lo que decían los audios

En las grabaciones atribuidas a Diego Spagnuolo, ex titular de la ANDIS, se describe un mecanismo de sobornos en la compra de medicamentos. Se habla de un “peaje del 8%” que las droguerías debían pagar para asegurarse negocios con el Estado, y de una repartija desigual que favoreció a la droguería Suizo Argentina, que habría pasado del 30% al 60% de las ventas oficiales.

Spagnuolo menciona a Karina Milei como la persona que “maneja todo esto”, en un tono despectivo: “Nos está cogiendo a todos pero encima con la pija de Karina, no con la de él”. También aparecen referencias a Lule Menem, sobrino del expresidente Carlos Menem e integrante del actual oficialismo.

Las quejas salariales completan el cuadro: “En enero cobré tres palos, hoy estoy cobrando dos palos 800 y con hijos no cierra. En algún lado tenemos que meter la mano”. El mismo Spagnuolo graficó la situación con otra metáfora: mientras la Suizo Argentina se quedaba con la parte más grande, al resto de las empresas “les dejaron la flaquita que está a dieta”.

Censura o protección

El trasfondo es más complejo que una falsa alarma radial. El juez Alejandro Maraniello prohibió difundir los audios en cualquier territorio o plataforma. Un bozal judicial con alcance transnacional. La medida, inédita en su velocidad, se justificó en la protección de derechos individuales. Pero Preve fue tajante: “Lo que se prohíbe aquí no es un delito, sino la posibilidad de que la sociedad conozca datos que deberían discutirse en público”.

La paradoja: el mismo juez que blindó a la hermana del Presidente enfrenta nueve denuncias en el Consejo de la Magistratura, cinco de ellas por acoso sexual a empleadas de su juzgado. El contraste entre su rol como garante de la legalidad y el peso de las denuncias erosiona la legitimidad de la medida.

El eco mundial

El “bozal” judicial trascendió fronteras. Bloomberg habló de un “escándalo de sobornos” a seis días de las elecciones en Buenos Aires. El País tituló: “Milei consigue que un juez prohíba la difusión de audios de su hermana grabados en la Casa Rosada”. El Mundo sumó la sospecha de espías rusos. En Brasil, O Globo resumió: “Tribunal argentino prohíbe difusión de audios de hermana de Milei tras denuncia del gobierno”.

La prensa internacional coincidió en un punto: la prohibición fue noticia porque toca el corazón de un gobierno que se define como libertario, pero recurre a la Justicia para acallar un material incómodo.

Un periodista en el centro del ruido

En ese marco, Preve se convirtió en un protagonista inesperado. Con un estilo frontal y antecedentes en investigaciones de alto impacto en Uruguay, trasladó a la escena argentina la lógica que lo hizo conocido: exponer “las tramas más oscuras del poder”. Esta vez, sin embargo, la jugada lo dejó atrapado entre la promesa incumplida y el ruido político.

“Yo no generé revuelo, lo generaron los medios argentinos”, se defendió. Pero el efecto estaba hecho: un país entero pendiente de una radio extranjera, como en los tiempos de Radio Colonia, para escuchar lo que la Justicia local había silenciado.

El episodio deja más preguntas que certezas. ¿Hasta dónde llega la libertad de prensa frente a un proceso judicial en curso? ¿Qué legitimidad tiene un fallo emitido por un juez con denuncias tan graves? ¿Y qué significa que el eco de la polémica se escuche más fuerte afuera que adentro?

La caja negra de los audios de Karina Milei sigue cerrada. Afuera, el mundo observa. Adentro, la sociedad argentina espera. Y en ese intersticio, la promesa de transparencia choca con los muros de la justicia y el ruido de la política.

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