Mientras el intendente Marcos Torres celebra multitudes, premios y festivales financiados con recursos públicos, las ventas minoristas de Alta Gracia se desploman 11,62%. Las tasas municipales suben, el consumo cae y el derrame prometido no aparece en los datos.
Un contraste que ya no puede disimularse
Alta Gracia convive con dos realidades que avanzan en direcciones opuestas.
Por un lado, festivales multitudinarios, fotos de escenarios repletos, premios provinciales y un discurso oficial que habla de “impacto económico”, “identidad turística” y “modelo de ciudad”.
Por el otro, la economía real: comercios que venden menos, consumidores retraídos, aumentos de tasas y una caída del 11,62% en las ventas minoristas durante noviembre, según el CeCIT.
La contradicción es tan visible que se volvió estructural.
Los datos duros: CeCIT y Fedecom muestran un retroceso sostenido
El relevamiento del CeCIT sobre 25 rubros comerciales arrojó un dato lapidario:
las ventas minoristas cayeron 11,62% en Alta Gracia, muy por encima del promedio provincial.
Los rubros más afectados fueron:
regalería, neumáticos, ópticas y calzados/marroquinería.
A nivel provincial, Fedecom registró una caída del 7,7%, confirmando que la recesión golpea, pero dejando en evidencia que en Alta Gracia golpea más fuerte.
El discurso oficial: inversión, turismo y una ciudad viva
Mientras los comercios muestran números en rojo, el municipio refuerza un relato expansivo.
Happy Birra fue presentado como una edición “histórica”, con más de 110 mil personas.
Peperina obtuvo el Oro en los Premios Bitácora.
El intendente Marcos Torres resume la lógica municipal en una frase repetida:
“Estos eventos no son un gasto: son una inversión que moviliza a la ciudad.”
La economía real dice otra cosa.
El modelo festivalero: la estética privada y el financiamiento público
Aunque se presentan como “gratuitos” o parcialmente “privados”, los festivales que sostienen la marca Alta Gracia dependen en gran medida de recursos públicos.
Detrás de cada edición hay:
Logística municipal,
Escenarios y sonido,
Seguridad, salud y bomberos,
Limpieza y tratamiento de residuos,
Horas extras del personal municipal,
Publicidad oficial,
Uso del Sierras Hotel,
Contrataciones de artistas y proveedores.
- Alojamiento en hoteles.
Son festivales públicos con estética de festival privado.
Y la paradoja se vuelve evidente:
los comerciantes que hoy venden menos son los mismos que ayudan a financiar los festivales a través de tasas cada vez más altas.
Un derrame económico que no aparece
Los festivales sí generan movimiento, pero no para todos.
Se benefician:
Gastronomía,
Alojamiento informal,
Ferias puntuales,
Proveedores vinculados a la organización.
Pero los rubros tradicionales —indumentaria, calzado, regalería, ópticas, artículos del hogar— no captan ese flujo, y los datos del CeCIT lo muestran claramente.
Si el derrame económico fuera real, la caída no sería de dos dígitos.
La presión fiscal: más tasas en un contexto de menos ventas
A la recesión se le suma el peso de la política fiscal municipal:
Aumento del 10,44% en mayo,
Otro aumento del 4,77% desde septiembre,
Interés por mora del 4% mensual (luego 2,75%),
Paritarias por encima de la inflación.
La ecuación es simple:
el municipio necesita recaudar más en un momento en que la ciudad vende menos.
Una ciudad vidriera que no refleja su economía real
Alta Gracia exhibe festivales premiados, recitales masivos y una imagen turística positiva.
Pero detrás de esa vidriera se esconde una economía que se enfría, un consumo que retrocede y un comercio que no encuentra alivio en la postal del fin de semana largo.
Las fotos aéreas llenan una gacetilla.
Las tasas llenan la caja municipal.
Pero las ventas no llenan las cajas de los comercios.
Y al final, la pregunta que resume todo es simple:
¿Quién paga la fiesta y quién recibe el beneficio?