Aunque nació como un evento público, el Festival Gastronómico Peperina despierta interrogantes sobre propiedad, beneficios y transparencia. ¿Es realmente del municipio, o ya cambió de manos?
Peperina.
Un festival que supo instalarse en el calendario cultural de Alta Gracia.
Que creció con el impulso del Estado, se promovió con fondos públicos y se presentó como un logro colectivo.
Pero, ¿y si nunca fue realmente de todos?
¿Y si, desde el inicio, las ordenanzas no fueron el origen del proyecto… sino la forma de legalizar una idea ya predefinida, con nombre y apellido?
A veces, lo que parece una política cultural es apenas el envase.
Lo que importa está en la receta.
Y ahí, no todos los ingredientes son visibles.
Hoy, Peperina es más que un festival.
Es una marca registrada, un multimedio, un entramado de contrataciones directas y un relato que se divide en dos: lo que se dice… y lo que se firma.
Desde su lanzamiento, el Festival Peperina se consolidó como un emblema turístico y cultural de Alta Gracia. Pensado para Semana Santa, gratuito y masivo, fue diseñado para proyectar la ciudad, impulsar el desarrollo comercial y ofrecer un espacio donde pequeños productores y grandes figuras de la gastronomía pudieran convivir.
Pero en esta década de expansión, Peperina creció tanto que hoy ya no está claro a quién pertenece.
Una fiesta pública… con nombre privado
El evento fue creado y regulado por ordenanzas municipales que incluso instruían al Ejecutivo a registrar la marca a nombre del Estado local. Sin embargo, la marca “PEPERINA FESTIVAL GASTRONÓMICO” fue inscripta como propiedad privada de Rubén Fernando Herrera, un vecino de Alta Gracia que la registró a su nombre en 2023 con vigencia hasta 2033.
Este registro no es informal ni circunstancial. Fue concedido oficialmente por el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) mediante la Disposición DI-2023-254-APN-DNM#INPI, publicada en el Boletín Nº 5573. Desde entonces, el festival más importante de la ciudad tiene nombre público, pero firma privada.
El dato que cambia todo: Herrera es dueño de un multimedio que recibe pauta oficial
Pero Herrera no solo es el titular de la marca. También es propietario de un multimedio que recibe pauta oficial del Municipio de Alta Gracia y, además, fondos públicos para promocionar el mismo festival del que es beneficiario directo.
Esto plantea un triple rol —productor, difusor y receptor de fondos— que desdibuja los límites entre el interés público y el privado. Un mismo actor se sienta de los dos lados del mostrador. Y cobra en ambos.
¿Y los balances? El problema no es que no existan
Desde la gestión municipal se afirma que los balances del festival están disponibles. Pero un balance puede estar en regla y, aun así, ocultar lo que importa:
¿A qué medios se contrata? ¿Cuánto se gasta en publicidad y a quién se le paga? ¿Qué parte de los fondos se transfiere sin licitación? ¿Quién controla el circuito completo?
La rendición formal no reemplaza la transparencia real.
Una fiesta millonaria: cifras que ya no entran en un balance simple
Según datos aportados a productores locales, la edición 2025 espera convocar más de 180.000 personas en cuatro días. Participarán más de 300 expositores y solo participar en la “Plaza de Gin” cuesta $800.000, más insumos. El evento cuenta con difusión en medios, influencers y seguridad permanente, todo con auspicio oficial de la Municipalidad de Alta Gracia.
El volumen económico del festival es evidente. Lo que no está claro es a quién beneficia más: al Estado o a los privados que lo gerencian.
El conflicto oculto: fondos retenidos y dictámenes que nadie cita
En 2020, cuando la pandemia obligó a suspender el evento, la empresa organizadora Control Z S.R.L. había cobrado anticipadamente los aportes de comerciantes. No devolvió el dinero, lo que generó un conflicto legal y político.
El Asesor Letrado municipal, Daniel Villar, dictaminó que debía restituirse el 100% de los fondos, rechazó el intento de la productora de quedarse con el 25% como comisión, y recomendó no volver a contratarla. Incluso acusó a uno de los integrantes de “especular con la plata de la gente” y usar su medio de comunicación para justificar lo injustificable.
【Fuente: Diario Tortuga, 23/07/2020 – https://diariotortuga.com/46421-2/】
Contrataciones sin memoria: Control Z sigue adentro
Cuatro años más tarde, Control Z sigue siendo contratada directamente por el municipio. En los Boletines Oficiales Nº 311 y 312 de 2024, se aprueban decretos que la vinculan a la producción de espacios clave: el de vinos, el de niños, el de café.
El Decreto Nº 946/24, por ejemplo, le otorga funciones estructurales en la edición 2024 del festival. Mientras no se publican los decretos de marzo 2025, el antecedente ya marca la pauta: el dictamen fue ignorado, decreto tras decreto.
Dos relatos de origen: entre la ordenanza y la narrativa privada
En paralelo al marco legal, Rubén Herrera sostiene públicamente que él es el creador de Peperina. Así lo afirmó en una entrevista de 2021 al sitio especializado Circuito Gastronómico:
“El festival arrancó porque Alta Gracia no tenía nada para proponer en Semana Santa. Los primeros años eran dos días, ahora son cuatro.”
Una cosa es quién cocina la idea, y otra quién sirve la mesa del poder.
El relato institucional lo presenta como una política pública. El relato personal lo transforma en propiedad intelectual y comercial. ¿Puede un festival declarado patrimonio cultural de la ciudad ser también un emprendimiento privado con dueño y logo registrado?
¿A quién le pertenece Peperina hoy?
El festival fue pensado para promocionar a la ciudad, fortalecer a los productores y ofrecer un evento de acceso abierto. Pero hoy, su nombre está registrado por un privado, sus contenidos dependen de contrataciones opacas, y su narrativa institucional convive con una personal, más rentable y menos regulada.
Y lo que nunca figura en los balances… son los vecinos.
Los que pagan los impuestos. Los que financian con su esfuerzo un evento que se llama como su ciudad, pero se maneja con lógica de propiedad privada.
Mientras se cocinaba el show, el pueblo quedó afuera del menú.
¿Nos sigue perteneciendo, o Peperina se nos fue de las manos mientras mirábamos la puesta en escena?