El Casino de Alta Gracia en la mira: carta abierta exige consulta pública antes de renovar concesión

Un vecino histórico de la ciudad, José Raúl Tissera, pidió al intendente y al Concejo Deliberante frenar cualquier acuerdo con la Lotería sin antes consultar a la ciudadanía. Denuncias, deterioro edilicio, falta de transparencia y propuestas de reconversión.

En una carta abierta con fuerte tono crítico y firmeza ciudadana
, el vecino José Raúl Tissera —ex presidente de la comisión que reabrió el Casino en los años ’70— reclamó no renovar el contrato con la Lotería de Córdoba sin una consulta pública previa. El escrito, que recorre cinco décadas de historia del inmueble y su vínculo con la ciudad, cuestiona los efectos sociales del juego, denuncia irregularidades y propone un nuevo destino para el emblemático edificio ubicado en el corazón de Alta Gracia.

La carta surge a partir de graves denuncias difundidas por el periodista Edgardo Rametta, quien señaló múltiples irregularidades en el funcionamiento del Casino, administrado por el CET y supervisado por Lotería. Entre ellas, se mencionan prostitución, tráfico de drogas, tragamonedas manipuladas, lavado de dinero y ludopatía, además de “un hotel vacío en los hechos pero lleno en los formularios”.

Tissera plantea que el Casino, lejos de haber recuperado el perfil turístico internacional de la ciudad como se proyectó originalmente, terminó convertido en un “cascarón degradado, lleno de residuos y grafitis, fumadero nocturno y aguantadero”. También critica la falta de control sobre los ingresos que genera la sala de juegos: “No se ha publicado información clara, actualizada, discriminada por rubros y montos sobre los ingresos coparticipables reales y su asignación”.

El vecino destaca que el contrato vigente, firmado en 2004 entre el entonces presidente de la Lotería, Walter Saieg, y el intendente Mario Bonfigli, fue prorrogado en condiciones oscuras. Ahora, ante una nueva licitación provincial, sería el actual intendente quien deba rubricar un nuevo convenio, con aval del Concejo Deliberante.

En ese sentido, Tissera recuerda los artículos de la Carta Orgánica Municipal que respaldan la posibilidad de someter este tipo de decisiones a consulta popular o referéndum, y exige que se cumpla con esos mecanismos de participación.

Además, propone reconvertir el edificio en un Centro Cívico, un hospital municipal o un polo tecnológico, y denuncia la precariedad actual de varias instituciones locales que funcionan en edificios alquilados, alejados o inadecuados: “La ciudad no tiene Centro Cívico. El despacho del Intendente funciona en el dormitorio de una casa familiar”.

La carta culmina con una dura advertencia: “La corrupción es inherente al negocio del juego. Y a la política, en nuestro maltratado país”, relatando incluso un supuesto mecanismo de “regalos furtivos” a funcionarios.

El planteo de Tissera, sostenido por su trayectoria y compromiso público, renueva el debate sobre el rol del Casino en Alta Gracia, su impacto social y económico, y el uso de un espacio urbano clave que, según afirma, podría ser recuperado para fines colectivos.

Carta abierta de un vecino de Alta Gracia
El Casino: una lacra social que debe ser extirpada

A raíz de las graves denuncias formuladas por el periodista Edgardo Rametta —quien expuso en su medio diversas irregularidades registradas durante las últimas dos décadas en el Casino de Alta Gracia, explotado por el CET y bajo supervisión de la Lotería de la Provincia— considero, como vecino nativo de esta ciudad y por imperativo ético, necesario fundamentar públicamente el pedido que elevaré al señor Intendente y a los señores Concejales:
NO SE DEBE FIRMAR UN NUEVO CONTRATO CON LA LOTERÍA SIN UNA CONSULTA PÚBLICA PREVIA.

Es oportuno recordar que, en la década del ’70, fui presidente de la comisión que logró reabrir la antigua sala de juegos. Bajo el impulso de Don Roque Celentano y con la labor de los constructores Moschella, se recuperó y restauró aquel edificio emblemático de comienzos del siglo XX. Sin embargo, lo que se proyectaba como una panacea para recuperar el perfil turístico internacional de Alta Gracia terminó en una gran frustración colectiva.

Hoy, ese edificio es apenas un cascarón que oculta una estructura degradada, llena de residuos, basura, grafitis, convertido en fumadero nocturno y aguantadero. El proyecto de transformarlo en una sala de convenciones internacionales jamás fue concretado.
Durante la gestión del gobernador José Manuel de la Sota se reinstalaron las salas de juego en la provincia. En ese contexto, el entonces presidente de la Lotería, Dr. Walter Saieg, y el intendente Mario Bonfigli firmaron en abril de 2004 el contrato de concesión, posteriormente prorrogado en condiciones oscuras. A 20 años de aquel acuerdo, cabe preguntarse: ¿Qué beneficios concretos trajo para la ciudad? ¿O acaso no generó más que daños sociales?

Más allá de las nuevas denuncias —y otras que ha prometido ampliar el periodista— muchas irregularidades ya eran de conocimiento público: prostitución, tráfico de estupefacientes, tragamonedas manipuladas, prestamistas, lavado de dinero, un hotel vacío en los hechos pero lleno en los formularios, robos, ludopatía y la ruina económica y familiar de ciudadanos de bajos recursos que perdían incluso sus sueldos. Una verdad de Perogrullo: el casino siempre gana.

El medio local Resumen de la Región, en su edición del 30 de junio de 2016, abordó este tema bajo el título: “El casino de Alta Gracia factura millones y aporta centavos”, ilustrando con datos la desigual distribución de los ingresos entre el CET, la Lotería y los municipios. En lo que respecta a nuestra ciudad, se mencionaron como destinos de fondos programas como el CCDI, protección al adulto mayor, salud animal, políticas de género y el ambiguo ítem “otros programas”.

En los últimos años, no se ha publicado información clara, actualizada, discriminada por rubros y montos, accesible al ciudadano, sobre los ingresos coparticipables reales y su asignación. Esto refuerza la necesidad urgente de transparencia y control ciudadano. Y algo más: ¿qué controles y auditorías ha dispuesto la Municipalidad sobre las cajas recaudadoras? ¿Se ha verificado si los porcentajes destinados a nuestro pueblo son los correctos? ¿O se confía ciegamente en el CET? ¿Cuánto pagan de tasas municipales el bar/restaurante y el Hotel Howard Johnson? ¿Cuántas habitaciones están ocupadas? Hay un manto de misterio. Nada se sabe. Y debe ser publicado.

Se ha sabido que el Gobierno Provincial ha llamado a licitación pública para nuevos concesionarios. De mantenerse el procedimiento anterior, será el Intendente quien deberá firmar un nuevo contrato con la Lotería, con aprobación del Concejo Deliberante.

Nuestra Carta Orgánica es clara: el artículo 9° exige que el Concejo reglamente el funcionamiento de los espectáculos públicos y de entretenimiento; el artículo 11° regula el uso de los bienes del dominio público; el artículo 162 contempla la posibilidad de realizar consultas populares; y el artículo 166, inciso 5°, obliga a realizar un referéndum popular en cuestiones sensibles como ésta.

El juego compulsivo —un vicio— provoca daños sociales, económicos y psicológicos graves. No se trata solo de una cuestión moral: es salud pública, urbanismo, sentido común y prioridades.
En el corazón de Alta Gracia tenemos otro símbolo de degradación y decadencia (el Casino; el otro, la Colonia Santa Fe), que ya ha sido tres veces un error municipal. Debemos reconvertirlo en un faro de desarrollo urbano útil para el pueblo y sus vecinos. La ciudad no tiene Centro Cívico. El municipio paga alquileres elevados por oficinas inadecuadas. El despacho del Intendente funciona en el dormitorio de una casa familiar. La Policía opera en un edificio centenario y sus móviles están en una colonia a tres kilómetros. El Registro Civil atiende en una ex estación de tren. Varias oficinas públicas están ubicadas en lo que fue la cancha de básquet del Club Vélez.

¿No sería más razonable ubicar allí el Centro Cívico? ¿O un hospital municipal? ¿O un polo tecnológico? Una sede institucional moderna, centralizada y funcional, como lo hizo Villa Carlos Paz. Cualquier comuna, en cualquier parte del mundo, lo tiene.

¿Cuál es la prioridad? ¿El enriquecimiento de unos pocos que se llevan millones fuera del país o el rescate de un espacio estratégico e histórico para el beneficio común? Y sin pecar de ingenuidad: en estos casos, suelen existir “regalos” furtivos. Como me lo comentó un chofer de un alto funcionario público cuando le hice el reclamo tras ser despedido: todos los lunes debía presentarse en la playa de estacionamiento del Casino, donde se le entregaba una bolsa con el logo de una conocida empresa de transporte de caudales. La corrupción es inherente al negocio del juego. Y a la política, en nuestro maltratado país.

Por el bien de mi pueblo natal, de sus vecinos y de sus familias, dejo aquí esta opinión, que hace al bienestar general. Con respeto, con firmeza, en defensa de la democracia participativa y de los derechos que me asisten como ciudadano.


José Raúl Tissera
DNI 6.431.443
Libre pensador independiente

José "Pepe" Tissera

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