La empresa Kaiwa Technology anunció el desarrollo de un robot humanoide con útero artificial para gestar un bebé hasta el nacimiento. El anuncio generó entusiasmo en algunos sectores, pero expertos advierten que se trata de un proyecto sin pruebas científicas sólidas y con profundos dilemas éticos.
La World Robot Conference de Beijing 2025 fue el escenario elegido por Kaiwa Technology, una firma con sede en Guangzhou, para presentar un ambicioso plan: el desarrollo del primer robot humanoide con un útero artificial incorporado, diseñado para gestar un feto humano durante diez meses y dar a luz.
El anuncio, encabezado por el doctor Zhang Qifeng, prometió un prototipo para 2026 con un costo estimado de menos de 100.000 yuanes (aproximadamente 13.900 dólares), lo que lo posicionaría como una alternativa “accesible” frente a la subrogación, prohibida en China y con costos muy superiores en otros países.
La propuesta se inspira en experimentos previos, como el “biobag” desarrollado en 2017 por el Hospital Infantil de Filadelfia, donde corderos prematuros sobrevivieron en un saco con fluido amniótico artificial. Sin embargo, trasladar este modelo a la gestación humana completa es un desafío aún lejano.
Reacciones encontradas
El proyecto fue recibido con escepticismo inmediato. Si bien algunos lo celebraron como una solución a la infertilidad y al envejecimiento poblacional en China, voces críticas lo calificaron de “distopía” y “experimento deshumanizante”.
Especialistas subrayaron que no se ofrecieron detalles técnicos clave sobre fertilización, implantación o parto. Además, la legislación china limita el desarrollo de embriones en entornos artificiales a 14 días, lo que torna inviable cualquier aplicación inmediata.
La organización de verificación Snopes señaló que varias publicaciones sobre el tema fueron eliminadas en medios de Hong Kong, y planteó la posibilidad de que se trate de una estrategia de marketing antes que un desarrollo científico real.
Avances reales y límites actuales
En el terreno científico comprobado, los avances más significativos siguen centrados en la gestación parcial de fetos animales prematuros, como corderos o cerdos, en sistemas experimentales que buscan mejorar la supervivencia neonatal extrema. Ningún país ha logrado todavía una gestación completa desde la concepción hasta el nacimiento fuera del cuerpo humano.
Debate ético y social
El anuncio de Kaiwa reavivó el debate sobre los límites de la biotecnología reproductiva.
Desde el plano ético, preocupa la pérdida del vínculo materno, el impacto psicológico en los recién nacidos y la posible mercantilización de la vida humana.
En el terreno legal, cualquier avance en este sentido chocaría con regulaciones nacionales e internacionales que hoy impiden estas prácticas.
En cuanto al impacto social, se advierte sobre el riesgo de que estas tecnologías amplíen desigualdades y abran la puerta a “bebés de diseño” en contextos de competencia demográfica.
Una tragedia anunciada
La historia reciente muestra precedentes claros: desde los bebés modificados genéticamente con CRISPR en China hasta ensayos clínicos sin supervisión internacional, los avances apresurados suelen derivar en escándalos y retrocesos.
En este caso, la falta de pruebas científicas, el vacío legal y la ambición de colocar en el mercado un robot que “dé a luz” parecen configurar los elementos de una tragedia anunciada. Si la humanidad no establece límites claros y consensuados, el riesgo es que la reproducción se transforme en un negocio despersonalizado, más cercano a la ciencia ficción distópica que a un verdadero progreso humano.