El Sillón Vacío: Crónica de una Sucesión Anunciada
La funcionaria pública que rehuía hacer pública su función se retira. Su salida del escenario público es sencilla, solapada, pero difícilmente sorpresiva. La jueza de Faltas de Alta Gracia deja el sillón vacío.
¿Podemos realmente creer que nadie sabía de su partida? ¿Que su jubilación era un secreto guardado celosamente? Es poco probable. Se habrá hablado, se habrá especulado. Es más, sin duda algunos ya se han probado el traje, consultando a adláteres, familiares y hasta superiores sobre sus posibilidades de ocupar el cargo.
Porque un sillón de la función pública queda libre. Y no cualquier sillón: un cargo suculento y vitalicio, ajeno a las vicisitudes de campañas, listas acomodadas y nervios de domingo electoral. Un cargo hasta que, como la saliente, llegue la hora de jubilarse. ¿Quién, en la fauna política de este zoológico urbano con aroma a pueblo, se negaría a soñar con el título de juez de faltas?
Sin embargo, desde las altas esferas del desgobierno local, juegan con los vecinos y la opinión pública, fingiendo desconocer quién será el sucesor. «Hay candidatos, pero deben pasar por el Concejo Deliberante y ser aprobados por mayoría«, dicen, escudados en el endeble paraguas del formalismo burocrático. Saben, y hasta se burlan, de su mayoría absoluta y agravada, que ha convertido al Concejo Deliberante en una escenografía de cartón para jugar a la democracia.
«Pero eso es culpa de la oposición, no nuestra«, dice una fuente cercana al ejecutivo. «Podemos votar todo lo que necesite mayoría agravada solos; y en términos de mayoría simple, nos sobran tres. Con tres solos, desempata nuestro vice. La oposición hizo un desastre, que se hagan cargo ellos«, continúa. «Después nos dicen autoritarios y feudales. La pluralidad se construye desde las propuestas, ellos no convencieron a nadie, no se lo ganaron… ¿y nos piden a nosotros que seamos más plurales? La gente así lo quiso«, concluye, culpando a la población por otorgarles un poder desmedido y descartando así su propia responsabilidad ética y el bienestar ciudadano en el juego político.
Y tienen el tupé de culpar a la oposición, que ciertamente tiene su cuota de responsabilidad, pero que hoy no es más que una excusa conveniente para los dueños de la mayoría.
Es indiscutible que fueron elegidos, más allá de la falta de alternativas. Pero fueron elegidos para una función honorable, y se comportan como dueños de la pelota, del arco y de la cancha. La democracia así lo dicta, pero ¿no es despreciable que hagan bullying a la población solo porque tienen la mayoría en el Concejo?
¿Por qué no cerrar el Concejo y gobernar (como lo están haciendo de facto) con poderes ampliados para el ejecutivo? Al menos así los vecinos nos veríamos aliviados de la carga de pagar importantes sueldos para discusiones que no se dan o no tienen ningún sentido.
En Alta Gracia, el sillón vacío de la jueza de Faltas es más que una simple vacante. Es el símbolo de una democracia local en crisis, donde el poder de la mayoría ha eclipsado el espíritu del diálogo y el consenso. Es hora de que los ciudadanos despertemos y exijamos más de nuestros representantes.