La ofensiva arancelaria de Estados Unidos afecta de lleno al comercio exterior argentino, impactando en commodities clave como la soja y el petróleo. Mientras tanto, el riesgo país se dispara, el dólar se recalienta y crece la incertidumbre sobre el rumbo económico.
La economía argentina atraviesa un nuevo frente de tormenta. A los desequilibrios internos estructurales se suma ahora un factor externo de peso: la guerra de aranceles impulsada por la administración estadounidense de Donald Trump, que ya muestra consecuencias palpables en las variables económicas locales.
Un 10% menos competitivo
La reciente imposición de un arancel del 10% a exportaciones argentinas hacia Estados Unidos afecta particularmente a sectores como aluminio, acero, soja y petróleo, pilares fundamentales del comercio exterior argentino. De acuerdo con estimaciones de El Cronista, el impacto podría significar USD 630 millones menos en exportaciones, un golpe considerable si se tiene en cuenta que en 2024 Argentina exportó bienes por USD 6.400 millones solo a ese país, lo que representa el 8,1% del total.
El rebote en los precios internacionales no se hizo esperar: el valor del petróleo cayó un 7% hasta situarse en USD 62 por barril —el nivel más bajo desde la pandemia—, y la soja retrocedió un 3%, afectando la rentabilidad de una cosecha que ya enfrentaba complicaciones climáticas.
El riesgo país, en niveles críticos
Este deterioro externo repercute en otro frente clave: la confianza financiera internacional en Argentina. El riesgo país superó los 900 puntos básicos, según datos recientes de Infobae, un umbral que recuerda los peores momentos de 2022. En la práctica, esto implica un cierre de los mercados voluntarios de deuda, justo cuando el gobierno necesita financiamiento para evitar una nueva crisis de balanza de pagos.
En este contexto, Morgan Stanley retiró los bonos argentinos de su lista de activos recomendados, lo que refuerza el mensaje de cautela entre los inversores internacionales. La presión también se hace sentir sobre las reservas del Banco Central, que cayeron USD 328 millones, quedando en USD 25.000 millones, según datos oficiales. A su vez, el BCRA debió vender USD 35 millones para contener al mercado.
Dólar oficial y dólar blue: una brecha que preocupa
La tensión financiera se refleja también en la evolución del tipo de cambio. El dólar oficial se ubica en 1.095,50 pesos, mientras que el dólar blue, termómetro informal de la confianza en el peso, alcanzó los 1.345 pesos por unidad, ampliando la brecha al 22%. Esta distancia alimenta maniobras especulativas y presiona sobre los precios internos.
La revalorización global del dólar, impulsada por el endurecimiento comercial de Washington y la caída de las bolsas en Wall Street, también empuja a la demanda de divisas en la Argentina, donde las restricciones cambiarias limitan el acceso al mercado oficial y canalizan flujos hacia el circuito informal.
Reacción política: Milei se alinea con Trump
Desde Washington, el presidente Javier Milei declaró que Argentina “adecuará su normativa a la propuesta de aranceles recíprocos de Trump”, en un gesto claro de alineamiento geopolítico. Para el mandatario, esta estrategia es parte de su visión de un país abierto al mundo, pero con reglas que protejan la competencia leal.
Sin embargo, voces críticas advierten que esta subordinación puede agravar el aislamiento comercial de Argentina, justo cuando necesita ampliar mercados, diversificar exportaciones y fomentar la inversión productiva.
El sector privado prende luces de alerta
Empresarios del agro, la energía y la industria comenzaron a advertir sobre los efectos contractivos de esta coyuntura. La reducción de márgenes de ganancia, la volatilidad cambiaria y las dificultades de acceso al crédito externo configuran un panorama que podría traducirse en menor actividad y caída del empleo en sectores clave.
Además, el financiamiento con el FMI, en negociación por un total de USD 20.000 millones, aparece como única vía para evitar un nuevo salto cambiario. No obstante, los analistas señalan que, sin reformas estructurales de fondo y un plan de estabilización creíble, cualquier inyección de fondos será apenas un respiro temporal.
La economía en modo defensa
La guerra de aranceles no es solo un conflicto entre potencias, sino un fenómeno de alcance global con impactos concretos en economías intermedias como la argentina. Con exportaciones en baja, mercados financieros cerrados y una demanda de dólares en ascenso, el país vuelve a transitar una etapa de alta vulnerabilidad externa.
La capacidad de respuesta del gobierno será clave: ¿podrá contener la crisis sin recurrir a medidas de emergencia? ¿Encontrará aliados estratégicos fuera del eje Estados Unidos–Trump? ¿Cómo afectará esto al ciudadano común en términos de inflación y empleo?
Por ahora, el reloj económico corre y la presión sobre el modelo es cada vez mayor.