Nos tienen acostumbrados: cuando la radio se vuelve trinchera política

En plena campaña legislativa nacional, el cruce radial entre Grassino, Rametta y Darío Cuffa volvió a exhibir el alineamiento mediático con el poder local. Mientras Marcos Torres acompaña el armado de Provincias Unidas, la defensa radial al intendente refuerza el vínculo entre medios y política en Alta Gracia.

El miércoles, en su programa habitual, Hugo Grassino y Edgardo Rametta arremetieron con dureza contra el dirigente Darío Cuffa, quien había calificado de “patotero” al intendente de Alta Gracia, Marcos Torres.
El intercambio, lejos de ser un exabrupto aislado, volvió a dejar al descubierto un patrón recurrente: el reflejo automático de ciertos medios locales ante cualquier crítica al poder municipal.

En el aire, Grassino descalificó a Cuffa con una serie de agravios personales y políticos. “Cuffa va a tener que lavarse la boca antes de hablar de un intendente que ganó por 10.000 votos”, dijo el conductor, antes de calificarlo de “zopenco político” y presentar a Torres como un “tipo simple y correcto”.
Rametta, desde el otro micrófono, cerró filas: “Coincido 100%, Marcos Torres no es ningún patotero”.

Pero la defensa no se limitó al ámbito local.
Entre risas y comentarios al aire, los conductores extendieron su ataque al plano nacional, apuntando contra el presidente Javier Milei y mencionando a su vocero digital Iñaki Gutiérrez en tono despectivo.
El cruce mezcló la política municipal con una catarsis ideológica que convirtió el programa en algo más parecido a un acto partidario que a un espacio periodístico.

El contexto no es menor.
Argentina se encuentra a días de las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre, en las que Córdoba renovará nueve bancas de diputados nacionales.
Aunque el intendente Marcos Torres no sea candidato, su papel político es visible: acompaña el armado de Provincias Unidas, el proyecto que articula figuras del peronismo cordobés —entre ellas Juan Schiaretti y Martín Llaryora— en una estrategia de proyección nacional.
Incluso el Movimiento Evita llevó adelante una reunión provincial en Alta Gracia para respaldar ese frente, con participación del propio intendente.

En ese marco, la defensa de Grassino y Rametta adquiere una nueva lectura: no como gesto espontáneo, sino como parte de un dispositivo de comunicación política.
En Alta Gracia, nos tienen acostumbrados a esa reacción: cuando el poder es cuestionado, los micrófonos se encienden.
Lo que debería ser pluralidad de voces se transforma en un coro de lealtades.

Ya no es periodismo: es lealtad al poder.
Una reacción automática de ciertos micrófonos que se activan apenas el oficialismo tose.
Y mientras el aire se llena de discursos militantes, el silencio sigue sin espacio.

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