Un terremoto de magnitud 7.7 con epicentro en Myanmar provocó el colapso de un rascacielos en construcción en Bangkok, causando al menos una muerte y decenas de personas atrapadas. Las réplicas y los daños se sintieron en toda la región del sudeste asiático, en uno de los eventos sísmicos más importantes en décadas.
El 28 de marzo de 2025, el sudeste asiático fue sacudido por un terremoto de magnitud 7.7, con epicentro en el noroeste de Myanmar, cerca de la ciudad de Sagaing. El sismo, de profundidad superficial (10 km), tuvo efectos devastadores en Myanmar y provocó un colapso de infraestructura en Bangkok, a casi 1.000 km de distancia, evidenciando la potencia del evento.
El Servicio Geológico de EE.UU. (USGS) y el Centro Alemán de Geociencias (GFZ) coincidieron en la magnitud, mientras que China reportó 7.9. A los pocos minutos, una réplica de magnitud 6.4 volvió a sacudir la zona.
En Bangkok, la capital tailandesa, un rascacielos en construcción de 30 pisos en el distrito de Chatuchak se derrumbó, atrapando a más de 40 trabajadores. Una persona murió, siete fueron rescatadas, y aún hay decenas bajo los escombros. Las imágenes del colapso recorrieron el mundo: una nube de polvo, obreros corriendo y agua desbordándose de azoteas.
La primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, declaró el estado de emergencia y se suspendieron servicios como el metro y trenes ligeros. Miles de personas evacuaron edificios en estado de pánico, muchos en pijamas, bajo un cielo sacudido por un fenómeno inusual para la ciudad.
En Myanmar, las consecuencias fueron más trágicas: al menos tres muertos en Taungnoo tras el derrumbe de una mezquita, 20 niños atrapados por el colapso de un monasterio y daños estructurales en el histórico Palacio de Mandalay y en un puente en Sagaing. La junta militar declaró emergencia en varias regiones y, en un giro poco común, solicitó ayuda internacional pese al aislamiento que arrastra desde el golpe de 2021.
El sismo también fue percibido en Yunnan (China), Chiang Mai (Tailandia), India, Laos y Bangladesh, aunque sin reportes graves fuera del epicentro y de la capital tailandesa.
Este evento se originó en la falla de Sagaing, una línea tectónica activa por la colisión entre las placas india y euroasiática. Aunque Tailandia no se ubica sobre una falla importante, su cercanía y la superficialidad del terremoto amplificaron los efectos.
El gobierno tailandés alertó sobre posibles réplicas y pidió a la población mantenerse en espacios abiertos. En Myanmar, el conflicto interno y la infraestructura precaria dificultan la respuesta humanitaria, mientras el mundo observa con atención.
Este sismo no solo sacudió estructuras, sino también la percepción de riesgo sísmico en ciudades como Bangkok, donde el crecimiento urbano no ha sido acompañado por una planificación sísmica adecuada. Especialistas ya anticipan estudios para mejorar la preparación ante futuros eventos.