Mario Vargas Llosa: el último gigante del Boom y el eterno polemista del mundo hispano

Falleció a los 89 años en Lima el escritor peruano Mario Vargas Llosa. Premio Nobel, autor emblemático del Boom Latinoamericano y figura central en los debates políticos de las últimas décadas, su vida fue un espejo de las tensiones entre literatura, ideología y poder.

¿Por qué “el último gigante del Boom”?
Mario Vargas Llosa fue uno de los cuatro pilares del Boom Latinoamericano, esa explosión literaria que en los años 60 y 70 llevó la narrativa hispana al centro del mundo. Junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, rompió moldes, desafió regímenes y le dio al castellano una proyección universal. Todos han muerto. Solo él seguía escribiendo, opinando, discutiendo. Su fallecimiento no es solo una pérdida personal: marca el cierre definitivo de una generación irrepetible. Por eso lo llamamos así: el último gigante.

Mario Vargas Llosa, el escritor peruano más influyente del último siglo, murió el 13 de abril de 2025 a los 89 años en Lima, según confirmaron sus hijos a través de un comunicado oficial publicado en la red social X. «Falleció rodeado de su familia y en paz», indicaron. Sus restos serán incinerados en un acto privado, tal como era su voluntad. No habrá homenajes públicos.

Autor de obras inmortales como La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral y La fiesta del Chivo, Vargas Llosa fue un referente clave del Boom Latinoamericano, movimiento literario que revolucionó la narrativa hispanoamericana.

Un inicio marcado por el desencanto y la disciplina

Nacido el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú, Mario Vargas Llosa tuvo una infancia agitada por la separación de sus padres. Pasó sus primeros años en Cochabamba, Bolivia, creyendo que su padre había muerto, hasta que lo reencontró en Lima, a los 10 años. Ese reencuentro con un padre autoritario marcaría no sólo su vida privada, sino también el tono de muchas de sus novelas: la violencia, la represión y el poder como estructuras fundamentales del relato humano.

Esa marca autobiográfica alimentaría su primera gran novela, La ciudad y los perros (1963), una denuncia cruda del autoritarismo en un colegio militar, donde él mismo había estudiado: el Leoncio Prado, que luego pediría censurar la obra. Fue el primer gran hito del llamado Boom Latinoamericano, un movimiento literario que revolucionó la narrativa hispanoamericana.

De Arequipa a Madrid, de Lima a París

Estudió literatura y derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid. Su vida intelectual estuvo marcada por el cosmopolitismo: vivió en París, Londres, Barcelona y Nueva York, y se convirtió en un referente no sólo de la literatura hispana, sino de la cultura europea y mundial.

En 1993 adoptó la nacionalidad española, y en 2023 sumó la dominicana, sellando su pertenencia múltiple al mundo hispanoamericano, europeo y caribeño.

Fue miembro de la Real Academia Española, de la Académie française, y en 2011 fue nombrado Marqués de Vargas Llosa por el rey Juan Carlos I de España.

Intelectual público, polemista y defensor del liberalismo

Vargas Llosa fue, probablemente, el intelectual público más influyente en lengua española desde Octavio Paz. Si bien su carrera literaria se proyectó con éxito desde los años 60, en las décadas siguientes también se consolidó como un ensayista político y crítico cultural.

Apoyó inicialmente a la Revolución Cubana, pero rompió con Fidel Castro tras el Caso Padilla (1971). Desde entonces se transformó en uno de los más férreos críticos del autoritarismo de izquierda, defendiendo el liberalismo político y económico con igual vehemencia.

En 1990 fue candidato presidencial en Perú, encabezando la coalición FREDEMO, con una propuesta de reforma estructural de mercado. Perdió en segunda vuelta frente a Alberto Fujimori, quien luego protagonizaría un autogolpe en 1992. Vargas Llosa documentó esta experiencia en su célebre memoria El pez en el agua (1993).

Durante el siglo XXI apoyó a figuras de derecha como José Antonio Kast en Chile, Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei en Argentina, a quien respaldó en 2023 diciendo que prefería «la valentía al populismo disfrazado». También fue crítico del separatismo catalán y del sistema político del PRI en México, al que llamó «la dictadura perfecta».

Una obra marcada por la política, pero no encerrada en ella

A diferencia de Gabriel García Márquez —su gran colega y luego rival—, Vargas Llosa eligió explorar en la literatura el poder desde dentro, no desde la magia, sino desde el análisis racional y la complejidad humana.

Obras destacadas de Mario Vargas Llosa

También fue un agudo ensayista, con títulos como García Márquez: Historia de un deicidio (1971), La utopía arcaica (1996), La civilización del espectáculo (2012), donde cuestionó la banalización de la cultura contemporánea.

El mundo lo celebró:

Reconocimientos y controversias

Pero no estuvo exento de críticas: su giro ideológico, sus alianzas políticas y sus posturas públicas lo alejaron de sectores progresistas. La ruptura con García Márquez, tras una pelea que nunca se esclareció del todo, fue símbolo de esa tensión permanente entre política y literatura.

Vida personal y episodios íntimos

Estuvo casado con Julia Urquidi, musa de La tía Julia y el escribidor, y luego con su prima Patricia Llosa, madre de sus tres hijos. En sus últimos años mantuvo una relación con la celebridad Isabel Preysler, que acaparó la atención mediática.

Pese a su prestigio, enfrentó episodios personales difíciles, como su contagio de COVID-19, problemas de salud reiterados y un aislamiento creciente en sus últimos años. Sus hijos confirmaron que murió “en paz y rodeado de sus seres queridos”.

Obras y Premios

Mario Vargas Llosa no fue sólo un novelista, sino un constructor de ideas, un defensor de la libertad individual, y un crítico feroz del conformismo. Su muerte marca el fin de una era: la de los escritores que vivían la literatura como una misión total, que no temían intervenir en política, ni equivocarse en público.

Hoy su legado nos interpela y nos incomoda, como deben hacerlo los grandes.

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