Mientras algunos medios titularon con dramatismo sobre una nueva “bomba de hidrógeno”, la verdad detrás de la reciente prueba china es muy distinta: no hubo explosión nuclear. El artefacto probado en abril de 2025 no fue más que una avanzada arma química, sin materiales nucleares.
La historia reciente y el eco del pasado se mezclan en Lop Nur, Xinjiang, el mítico sitio de pruebas nucleares chinas. El 17 de junio de 1967, China se convirtió en la cuarta potencia nuclear al detonar su primera bomba de hidrógeno con un rendimiento de 3,3 megatones, apenas 32 meses después de su primera bomba atómica, en 1964. Aquella hazaña fue una clara señal de poder y avance científico en plena Guerra Fría.
Pero lo ocurrido en abril de 2025 es otra historia. A pesar del eco mediático que hablaba de una “nueva bomba de hidrógeno”, lo que China probó fue un dispositivo explosivo no nuclear que no utiliza uranio, plutonio ni ningún material radiactivo. En su lugar, emplea hidruro de magnesio, un material capaz de almacenar hidrógeno en estado sólido.
El artefacto, desarrollado por el Instituto de Investigación 705 de la Corporación Estatal de Construcción Naval de China, pesaba apenas 2 kilos, pero logró generar una bola de fuego de más de 1.000 °C durante más de dos segundos —unas 15 veces más larga que una explosión equivalente de TNT. Las aplicaciones mencionadas por los medios chinos incluyen guerra urbana, destrucción de enjambres de drones y vehículos, y bloqueo de accesos estratégicos.
¿Por qué la confusión?
El término “bomba de hidrógeno” es normalmente asociado a armas termonucleares, como las probadas durante la Guerra Fría. Pero en este caso, no se trata de una bomba nuclear, sino de un dispositivo químico que, si bien innovador, no viola los tratados ni representa una amenaza atómica directa.
Desde 1996, China mantiene una moratoria voluntaria sobre pruebas nucleares, y si bien no ha ratificado el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT), no ha realizado pruebas nucleares confirmadas desde entonces. La prueba de abril de 2025 no cambia eso.
Lop Nur sigue siendo un lugar sensible.
A pesar de no haber evidencia de ensayos nucleares recientes, la actividad en la zona —como la construcción de nuevos túneles y vías— mantiene en alerta a las potencias mundiales. Estados Unidos ha expresado su preocupación por la posibilidad de que China no respete el “estándar de cero rendimiento”, aunque no hay pruebas de que haya sido violado en 2025.
Una mirada al pasado para entender el presente
Entre 1964 y 1996, China llevó a cabo 45 pruebas nucleares, muchas de ellas con fines termonucleares. La Prueba No. 6 (CHIC-6) de 1967 fue su primera bomba de hidrógeno “real”, de tres etapas, lanzada desde un avión Xian H-6. Esta superó ampliamente la prueba anterior (CHIC-5), del 28 de diciembre de 1966, que apenas alcanzó los 122 kilotones.
Hoy, el gigante asiático parece buscar nuevas formas de mostrar fuerza, no ya con armas nucleares, sino con explosivos avanzados, energía dirigida y tecnología dual con potencial militar y civil.
Lo probado por China en abril de 2025 no fue una bomba de hidrógeno nuclear, sino una sofisticada arma química de alto impacto térmico. El uso del término “bomba de hidrógeno” puede haber generado titulares alarmistas, pero la realidad, si bien relevante para la seguridad internacional, no marca un regreso a la era de los ensayos atómicos. No por ahora.